Durante una primera etapa, la hepatitis C es lo que podemos llamar una “enfermedad silenciosa”, al menos hasta que se empiezan a presentar complicaciones como la cirrosis, causa principal del trasplante hepático.
Por lo general, empieza con una infección inicial que no presenta ningún síntoma en aproximadamente el 80% de las personas que adquirieron el virus. Es por esto que se habla de una enfermedad silenciosa y que solo se empieza a manifestar a través de complicaciones tardías.
Una vez aparecen los síntomas se puede estar hablando de una enfermedad hepática avanzada.
La infección por hepatitis C puede derivar en otras condiciones graves como el cáncer de hígado y la ya mencionada cirrosis.
Las complicaciones de la hepatitis C
El tiempo de vida del virus de la hepatitis C puede abarcar bastantes años causando complicaciones importantes como las mencionadas anteriormente. Por esto, se deben tener en cuenta:
- Fibrosis del hígado (cirrosis): Tras el paso de varios años, incluso décadas de infección por el virus, la hepatitis C puede presentar cirrosis dificultando la cicatrización del hígado y su funcionamiento.
- Cáncer de hígado: El virus de la hepatitis C puede causar, al menos en un pequeño porcentaje de las personas que lo han adquirido, cáncer de hígado.
- Insuficiencia hepática: El hígado simplemente deja de funcionar, lo que es causado por una cirrosis avanzada.
Hepatitis C y sus síntomas
La infección del virus de la hepatitis causa una inflamación del hígado, principal efecto de la hepatitis C. Si principal síntoma consiste en una coloración amarilla en la piel o ictericia. Además, la inflamación del hígado altera su funcionamiento y bloquea el paso de la bilis que produce el hígado al descomponer la grasa.
¿Qué tipo de hepatitis es mortal?
La hepatitis C puede ser mortal. Esta, como está visto, es una enfermedad del hígado causada por el VCH o virus de la hepatitis C. Esta infección se transmite por el contacto con la sangre de una persona infectada, contacto que se puede tener a través de jeringas, heridas, piercings, etc. Hasta la fecha no existen vacunas para evitar esta infección.
¿Cómo detectar la cirrosis hepática?
Por lo general, durante la etapa temprana de la cirrosis hepática no se presentan síntomas. Su detección inicial se realiza a través de un análisis de sangre o control de rutina.
Adicional mente, es habitual que la confirmación del diagnóstico se haga a través de una combinación de análisis de laboratorio y análisis de imágenes.